Ya echábamos de menos las reflexiones de Dulcinea O’Callaghan al poco de salir de la cama. Se agradece, Dulcinea. Recordad que, para contarnos las cosas que os hayan pasado ayer, basta con que nos escribáis a anonimosindocumentados@gmail.com. Podéis leer todas las historias en www.cosasquepasaronayer.blogspot.com.
Ayer por la mañana me levanté vaga. No tenía que ir a trabajar y dejé que mi cuerpo se dejara llevar por la senda de la molicie que le dictaba mi alma.
Me había quedado sin leche para desayunar. ¿Bajar ahora a comprar un brik? ¿Bajar ahora a desayunar a la cafetería? ¡Quia! Desayunaría cualquier cosa que tuviera por casa.
Un yogur con cereales. ¿Un yogur con cereales? Un yogur con cereales.
Pero no me gusta echar los cereales al yogur. Se quedan blandengues y dan un poco de repelús. Pues me tomo primero el yogur y después los cereales a pelo. Total, nutrirá lo mismo…
Vaya asco de yogur. A ver los cereales.
¡Anda, este tiene la forma de Madagascar! Mira tú para qué me ha servido estudiar Geografía y Senderismo. ¡A ver qué tal sabe Madagascar! Ummm… Hemisferio Sur puro. ¿Y este otro? ¡Anda, Bielorrusia! Ummm… ¿A qué sabes, Bielorrusia? Psche… ¡Hala, este por lo menos es China! ¿Sabrá a naranja? En fin, yo creo que sabe a cereal. ¿Estará por ahí Chile? Difícil lo veo. Como no lo mordisquee… A ver si encuentro por ahí Alemania Unificada y puedo partirlo en dos.
Bueno, pues así estuve un buen rato, cereal a cereal, hasta que me terminé el bote de cristal en donde los guardo y sacudí en la mesa los polvillos que siempre quedan en el fondo. Limpié la mesa, pero quedó una rebelde, minúscula e insignificante miguita pegada en el mantel. No pude resistir la tentación y me la llevé a la boca.
Se me fue por mal sitio. Me atraganté, me atraganté, me retorcí por el suelo, comencé a toser como una posesa. Al fin salió despedida. Casi me ahogo. Puto Vaticano…
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