viernes, 27 de abril de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XXII)

Anonimos Indocumentados quieren dejar claro que no suscriben necesariamente las opiniones e ideas expresadas por sus colaboradores en los relatos. Aclarado este punto, Melchor Lasiesta -a quien le pedimos encarecidamente moderación para sus próximas entregas- nos regala la experiencia que vivió ayer. Recordad que vosotros también podéis contarnos a través de anonimosindocumentados@gmail.com las cosas que os pasaron ayer. Para leer todas las historias: http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/.



DE CÓMO SOLUCIONAR EL PROBLEMA DEL PARO Y OTROS PARALELAMENTE.

Los del INEM siempre me pagan a primeros del mes siguiente esos trabajillos que les hago y que ya conocéis. Sin embargo, ayer por la mañana puse la libreta al día y no constaba aún ningún ingreso al respecto, así que me dirigí a la oficina principal del INEM en mi ciudad para aclarar el asunto. Aunque era primerísima hora, aquello ya estaba -cómo decirlo- hasta los cojones de gente. Y, probablemente, hasta los cojones de gente hasta los cojones. Me armé de paciencia a falta de un buen bazooka.

Cartel en la entrada junto a un segurata: “Pulse la letra que corresponda, recoja el ticket y espere su turno”. A ver qué letra me corresponde a mí… Nada, nada, nada… F: Impagos. Esta debe ser. ¡Espera! G: Pagos no pagados. ¡Mecachis! Allí me veis releer varias veces la maquinita mientras me hago a un lado y a otro para que la gente que va llegando pueda ir pulsando la A o la B. Bueno, entonces qué: ¿impagos o pagos no pagados? Incapaz de que mi vocabulario me eche una mano, e intuyendo que el del segurata no va a ir mucho más allá en vistas de su morfología craneal, finalmente opto por pulsar la opción “otras opciones”, que obviamente estaba en la letra Z. Jamás imaginé que podían hacerse tantas cosas en una oficina del INEM. Total, ticket Z-17.

Siguiente llamada, ticket Z-2. Esto va para rato. Ni un asiento libre. Ni un metro cuadrado libre. Murmullos, sudores, algún que otro pedo. Es posible que la letra P sea Papel Higiénico. La espera se hace eterna.

La espera se hace eterna.

Una minutada más tarde, el panel de la mesa 4 se ilumina con mi ticket. Me abro camino entre la multitud con los codos, pero con cuidado. Al otro lado de la mesa, un panoli mofletudo de tres al cuarto y me llevo una. Se masca la tragedia.

YO: Buenos días.
PANOLI MOFLETUDO: Buenos días.
YO: Que aún no me habéis pagado el último trabajillo que os he hecho, y no he sabido si pulsar la letra F: Impagos o la G: Pagos no pagados, por lo que he pulsado la letra Z: Otras opciones a la espera de que mi duda sea un supuesto englobado en la citada letra Z.
PANOLI MOFLETUDO: Bien, ¿y cuál es su duda?
YO: (Me lo temía). ¿Cuál es la diferencia entre la letra F: Impagos y la G: Pagos no pagados?
PANOLI MOFLETUDO: Ninguna.
YO: ¿Ninguna? ¿Entonces para qué hacéis esa distinción en la maquinita?
PANOLI MOFLETUDO: Es puro relleno para poder llegar a la Z y amortizar así todos los botones.
YO: Pfffffff… En fin; resuelta ya la duda, venía a que me pagarais ese último trabajillo, pues acabo de poner la libreta al d…
PANOLI MOFLETUDO: Espere, espere. Yo ya le he resuelto la duda, que era el supuesto englobado en la letra Z: Otras opciones. Ahora tiene que volver a la maquinita, pulsar indistintamente las letras F o G y esperar su turno con su nuevo ticket.

Doy un puñetazo en la mesa.

YO: ¿Y si con este puño te pulso indistintamente el moflete izquierdo o el derecho?

El panoli mofletudo coge un telefonillo.

PANOLI MOFLETUDO: ¡Seguridad, seguridad! ¡Intento de agresión en la mesa 4!
YO: ¡Pero si yo no estoy intentado nada! ¡Yo sólo te estoy amenazando!

Mi argumentación se pierde en el aire y el segurata de la entrada, aunque tiene codos, se abre camino entre la multitud a porrazo limpio porque también tiene porra. A punto de llegar a donde estoy yo, que para entonces ya había dado unos cuantos puñetazos más en la mesa para calentar, el segurata sacude un último porrazo que va a parar al costillar de un eslavo de esos que levantan tanques de cuatro en cuatro. El eslavo le responde con un soplamocos que manda al segurata contra una columna cabeza abajo. El segurata pide refuerzos y, qué sé yo, cuarenta seguratas primos homínidos del primero aparecen de todos lados y se lían a porrazos sin discriminar raza, sexo, color o religión. Aquello, que está lleno de eslavos y no eslavos por igual, se convierte en lo más parecido a la Tercera Guerra Mundial circunscrita a una oficina del INEM. Yo agarro el portátil del panoli mofletudo como escudo y me parapeto bajo la mesa 4. Alguien ha debido llamar a la milicia: a la batalla se unen escuadrones enteros de gente que debe ser muy peligrosa porque va armada, aunque solo pueden ir entrando de uno en uno -un escuadrón entero no puede entrar de golpe mientras no hagan más grandes las puertas del INEM- y además la oficina está ya colapsada. El Apocalipsis.

Media hora más tarde, lo que debe ser el ejército de tierra consigue tomar el control. De la oficina no queda nada en pie salvo justamente la mesa bajo la que observo todo en la medida que el portátil que me escuda me deja observar. Los parados, vencidos por la fuerza de las armas de fuego -que no de los porrazos-, van siendo introducidos en furgones blindados, decenas de furgones. El director de la oficina se deja ver por primera vez.

DIRECTOR: ¡Qué desastre, todo roto! ¡Todo! ¡Y la semana que viene nos visita la Ministra del Ramo! ¡Dios mío, me va a degradar un grado! ¡Un grado!
CAPITÁN DEL EJÉRCITO: Tranquilo, quizá en una semana dé tiempo a reconstruir todo esto.
DIRECTOR: ¡Cómo va a dar tiempo! ¡Necesitaría contratar a una horda de albañiles y encofradores! ¡De dónde voy a sacar yo a toda esa gente!
CAPITÁN DEL EJÉRCITO: Mmm… ¿De los furgones blindados?

Así pues, todos los parados que ayer por la mañana estaban allí tendrán trabajo aunque sea solamente por unos días; todos los trabajadores del INEM de esa oficina disfrutarán de una semana de vacaciones mientras se hacen las obras; la oficina va a quedar nuevecita y la Ministra del Ramo se va a poner muy contenta y va a ascender al director quizá un par de grados; los del ejército y demás combatientes tendrán la satisfacción del deber cumplido y una paga extra, que eso también ayuda a estar satisfecho; y yo me llevé el portátil de la mesa 4 -que, junto con la mesa, fue lo único que quedó sano- como pago por el trabajillo que me debían.

Qué manera más fácil de solucionar un montón de cosas. Tomemos nota.

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