viernes, 29 de junio de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XXIX)

No está de más reflexionar sobre estas líneas que nos manda nuestra ya íntima amiga Dulcinea O’Callaghan. Vosotros podéis compartir también todas las cosas que os hayan pasado ayer a través de nuestra dirección de correo electrónico (anonimosindocumentados@gmail.com). Si queréis leer el resto de las historias, pinchad en http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/.



La inepcia. Inepcia es una palabra que suele usar mi amiga Flori. En realidad, es un concepto que existe y que el diccionario viene a definir como un sinónimo de ineptitud. Pero Flori le da un matiz diferente a este vocablo, y lo utiliza más bien como una mezcla entre ineptitud e inercia, de tal modo que puede aplicarse tanto a la inercia en que uno se instala a través de la ineptitud como a la ineptitud que se alcanza por medio de la inercia. De hecho, se trataría de la indisoluble asociación de ambas cosas, que -como en el caso del huevo y la gallina- no se sabe cuál fue primero, pero sí se sabe que dependen sin remedio la una de la otra, alimentándose mutuamente en una espiral de imbecilidad infinita.

Esta explicación previa viene a cuento de lo siguiente. Ayer por la tarde, una de esas largas tardes de junio, Flori y yo paramos en el bar del atraco, abierto de nuevo después de la investigación, y estuvimos debatiendo sobre lo que me sucedió con el trilero, lo recordaréis bien. “No le des más vueltas, Dulcinea: si llevaba la gorra para atrás, es que era un gilipollas”. “Pero ¿por qué me dio plantón antes incluso de haber quedado con él? ¿No valgo tanto como para invitarme a cenar? ¿Valgo más que para un simple café? Si lo que quería era ligar conmigo, ¿por qué no me invitó sin más? ¿Acaso le dio un ataque de pánico? ¿O de diarrea? ¿O de…?”. “Que no le des más vueltas: se acordaría en ese momento de, qué sé yo, de que tenía que sacar la basura”. “¿A esa hora de la mañana? ¿Un domingo?”. “La mierda no entiende de horarios, Dulcinea. De todos modos, solo era un ejemplo…”.

De vez en cuando, el dueño del bar se nos acercaba para traernos algo de picar -sucesos como el del atraco suelen generar un vínculo especial, ya se sabe- y para dejar caer alguna frase hecha, sacada de la misma bolsa de cacahuetes. Del episodio de la pistola ya estaba todo dicho, y hay ciertas cosas que conviene no remover demasiado.

La tarde pasaba tranquilamente entre argumentos y cáscaras cuando irrumpieron en el local mis compañeras de trabajo: la rubia de bote y la tonta del bote. Flori no las conocía en persona, solo de oídas, pero ya era bastante según sus propias palabras. Por cierto, ya están perfectamente recuperadas desde hace tiempo de sus quemaduras en las manos. Durante los pocos días que estuvieron de baja, tuve yo que arrear con su trabajo, lo cual me supuso realmente un nulo esfuerzo adicional, tal y como quedó reflejado en mi nómina.

Mua para aquí, mua para allá, las presentaciones quedaron hechas y, antes de que hubiéramos insinuado cualquier amago de invitarles a tomar asiento, ya las teníamos sentadas a nuestra vera como si hubiésemos quedado con ellas. Por fortuna, no hubo ningún hielo que romper porque, si algo bueno tienen mis compañeras de trabajo, es que sueltan lo primero que se les viene al pelo sin más miramientos que los de su propia miopía capilar.

-Pues le acaban de dar las notas a mi hijo -dijo una de ellas mientras se pedía un batido de no sé qué- y resulta que le han suspendido Historia.
-¡No me digas! -La otra se pidió otro batido del mismo no sé qué-. ¡Con lo buen estudiante que es!
-¡Y tanto! ¡Estudia todos los días!
-¿Y cómo le han suspendido?
-Pues parece ser que dijo que a Van Gogh se le cayó la oreja de tanto usar el teléfono móvil.
-Puaf, vaya burrada, normal que le suspendieran: aún no está demostrado que las ondas pirolíticas produzcan cáncer.
-Perdonad un segundo -interrumpió mi amiga Flori con un serenidad asombrosa en su semblante-, pero ¿no creéis que es posible que en realidad se cortara a propósito la oreja, desesperado ante la mala cobertura que hay en los Países Bajos? Por la orografía, ya sabéis…
-Ahora que lo dices, ya había oído yo alguna vez que en los Países Altos se coge mejor todo…

Confieso que más de una vez, ante las frecuentes conversaciones similares a esta que se producen en la oficina, yo misma he estado a punto de arrancarme las orejas con la grapadora. Pero lo bueno que tiene la gente como mis compañeras de trabajo es que se van tan de repente como vienen y, con un “uy, que tengo que sacar la basura, encantada de conocerte” y un “uy, te acompaño”, pagaron todas las consumiciones y nos dejaron otra vez a nosotras dos a solas.

-Fíjate, Dulcinea -Flori dio un trago a su tónica y se saboreó los labios pensativa-. La vida es como tomar algo en un bar. Nos pasamos el tiempo intentando buscarle el sentido a cosas que nos creemos que son importantes, como adivinar los motivos por los que un gilipollas con la gorra del revés, a quien ni siquiera conocías, te dio la espalda. Necesitamos darle importancia a acontecimientos que probablemente no la tienen, que se explican por sí solos o por el azar…
-O el macrocosmos…
-O el macrocosmos, sí, jeje. Pero lo gracioso es que, cuando sí ocurre algo importante, algo significativo, algo que puede cambiar radicalmente nuestras vidas, entonces lo arrinconamos para que no nos moleste demasiado, como el suceso del atraco. No volvemos a hablar de ello porque nos da yuyu, y lo sustituimos inconscientemente por frases enlatadas del tipo a las que nos suelta el camarero…
-Y del tipo a las que respondemos nosotras.
-Sin duda. Y, al final, lo que dinamiza toda la cuestión, lo que le da vidilla al asunto es la entrada de tus compañeras de trabajo, la alegría con que se unen a nosotras, la facilidad para decir cuatro jaimitadas casi sin respirar, y la soltura para irse por donde han venido. Insisto: esto es el verdadero motor del mundo.

Flori dio un último traguito para acabar de apurar el vaso y, seguramente, para darme tiempo a mí a digerir sus palabras. Soltó un pequeño eructo, me miró a los ojos y, en una clara adaptación de las últimas palabras del capitán Kurtz en El Corazón de las Tinieblas, proclamó:

-Ah, la inepcia, la inepcia…

martes, 26 de junio de 2012

CARTELELES (VI)


Se incorpora al club de Anónimos Indocumentados nuestro nuevo amigo Lucio Tarakanov, quien se da a conocer con esta gran fotografía, titulada:

Y FIRMÓ




Agradecemos a L. Tarakanov que comparta con nosotros su gusto por el maravilloso mundo de los carteleles, y os animamos a los demás a que nos enviéis vuestras imágenes a anonimosindocumentados@gmail.com. Para ver todas ellas, www.carteleles.blogspot.com.

domingo, 24 de junio de 2012

AL POSO DEL OTOÑO TOLEDO SOPLA (XXIX)

La pasmosa obra de Luciano Nimato se talla en estas páginas a fuego y cincel. Podéis enviarnos vuestros descubrimientos a anonimosindocumentados@gmail.com y ver todos los palíndromos recopilados en http://www.palindromosanonimosindocumentados.blogspot.com/.



A Jorge no daría latín romano con amor ni tal airado negro, ¡ja! (49)
A remar: a nueve millas, allí, me ve una ramera. (35)
Adán a Lucas ni la sal insacula: nada. (29)
Allí cráneo colocó en arcilla. (25)
Allí, vacío, rehúsa reconocer a su heroica villa. (39)

El barón o hará elepés o se peleará honorable. (37)
La ruta nazi no te parapetó, Niza: ¡natural! (33)
Los láseres no rayaron seres al sol. (29)
Oso, besar ese tonel lleno te será seboso. (33)
Otra paisana gala medallas a las salas, allá, de mala gana sí apartó. (54)

-Sara -repuso-, tal flato superarás. (27)
Sara, ruda: melonares a cada casera no le madurarás. (41)
Se roza sal si sale de las islas Azores. (31)
Si esa raza canina cazara seis… (25)
Sí, sí, Lara: para renegarte, por una icónica haya ya hacinó cianuro Petra. ¿Generará parálisis? (75)

miércoles, 20 de junio de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XXVIII)

Esta historia que nos envía el gran Melchor Lasiesta por fin resulta un poco más creíble de lo habitual, lo que te agradecemos profundamente, Melchor, y te animamos a que sigas por esa línea. Ya sabéis que podéis remitirnos a anonimosindocumentados@gmail.com los relatos de las cosas que os pasaron ayer, y visitar http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/ para leer todas las historias.



Fueron unos prismáticos lo que le regaló mi amigo Santi a su recién adquirido hijo, y quedaron la mar de bien envueltos con mi papel de colorines. “¿Le gusta la naturaleza?”, le pregunté ayer a Santi cuando fui a visitarles a su casa. “Le gustan los prismáticos”. Ya sabéis que mi amigo Santi no es muy inteligente, pero sí muy rápido respondiendo.

José Manuel se llamaba el hijo, aunque todos le decían Paquito, vete tú a saber por qué. “Cosas de tener a una madre dedicándose a los DNI”, me explicaba Santi. Lunes, miércoles y viernes los pasaba con su padre; martes, jueves y sábado, con su madre. Los domingos libraba. “¿Y estás seguro de que es tuyo, Santi?”. “Joder, es clavadito a mí. Si las pruebas de ADN dieran negativo, cualquier juez desecharía las pruebas”. Veíamos algo en Tele Quinqui mientras Paquito fisgaba con sus lentes por el balcón. “Disimula, hijo, disimula”, le dijo su padre, y Paquito pegó en los prismáticos papel higiénico de camuflaje, no me preguntéis con qué lo pegó. Al rato, volvió Paquito del balcón.

PAQUITO: Papá, la gente que corre a coger el autobús y lo alcanza, ¿por qué se sube a él? ¿Para qué quieren ir en autobús si ellos van más rápido?

Se trataba del hijo de Santi, no había duda, y estaba en esa edad en la que las preguntas deberían estar prohibidas. Ni siquiera Santi tuvo respuesta inmediata y salí en su auxilio.

YO: Mira, Paquito, haremos una cosa. Vamos a salir a la calle, vamos a coger un autobús urbano, y le vas a hacer esa pregunta a los que veas que han cogido el autobús corriendo, ¿de acuerdo?
PAQUITO: ¡Chupi! ¿Podemos ir, papá?
SANTI: Haced lo que queráis, pero estad aquí de vuelta antes de que llegue mañana, que tu madre me denuncia.

Cogimos el autobús de la línea circular, que nos dejaría en el punto de partida una hora después, y nos sentamos Paquito y yo en los asientos delanteros. En ese tiempo, vimos a cuatro personas que cogieron el autobús a la carrera. A cada una de ellas, cuaderno y lápiz en mano, Paquito les hacía la pregunta pertinente y anotaba la respuesta. Ya de regreso, le enseñamos a Santi los resultados del estudio, a saber:

Respuesta 1: ¡Niño, deja de preguntar gilipolleces y vete a darle la brasa a tu padre!
Respuesta 2: No, gracias, no me interesa.
Respuesta 3: No podría mantener el ritmo de mi carrera durante todo el trayecto; por eso cojo el autobús aprovechando que está parado.
Respuesta 4: ¡Arf! ¡Arffffff! ¡Fiuuuuu! (y otros sonidos jadeantes).

PAQUITO: ¿Qué conclusiones se pueden sacar, papá?

Pero Santi estaba abducido por el programa rosáceo de la tele.

YO: La conclusión es que solamente el 25% (o sea, una de cada cuatro) de las cosas que dicen los adultos siguen un patrón que comulga con la sensatez.
PAQUITO: Ya, ¿y cómo sé yo que lo que acabas de decir está en ese 25%?

Jodido, niño… Menos mal que fue esta vez Santi quien salió en mi rescate.

SANTI: ¡Puñetas! ¡Os voy a decir tres cosas! ¡Una! ¡No me estáis dejando oír esta maravilla de programa! ¡Dos! ¡Dejad de hablar de una vez de mamonadas! ¡Y tres! ¡Marchaos a tomar vientos y dejad que siga enriqueciendo mi mente con Tele Quinqui!

Paquito hizo una sencilla cuenta con los dedos de la mano, y me dio una palmadita en la espalda.

PAQUITO: Melchor, tenías razón.

El pobre chico volvió al balcón con sus prismáticos de camuflaje y yo me fui para mi casa. Al salir del portal de la casa de Santi, me di cuenta de que, a pesar de la indiferencia y de la estupidez general en que se había instalado este mundo, merecía la pena seguir haciendo las cosas bien por si alguien, desde allá arriba, nos estuviera observando.

lunes, 18 de junio de 2012

BALONCESTO EN ESTADO PURO (XXI)





¿Para qué utilizar un simple cono simulando un bloqueo en los ejercicios de tiro, cuando se puede poner un pedestal del tamaño del Big Ben? De esto ya se han dado cuenta en Villanueva de la Peña, Mazcuerras (Cantabria), tal y como nos enseña nuestro amigo Valdemaras Prevenicius. Recordad que podéis enviarnos a anonimosindocumentados@gmail.com vuestras fotos, y visitar www.baloncestodelosanonimosindocumentados.blogspot.com para ver todas las imágenes.

viernes, 15 de junio de 2012

AL POSO DEL OTOÑO TOLEDO SOPLA (XXVIII)

La informe obra de Luciano Nimato va tomando… forma. Ya sabéis que podéis mandarnos vuestros descubrimientos a anonimosindocumentados@gmail.com y ver todos los palíndromos recopilados hasta el momento en http://www.palindromosanonimosindocumentados.blogspot.com/.



A Jorge no dará platino ni tal parado negro, ¡ja! (37)
A la rusa racial y laica, rasúrala. (27)
A ti, notaria, yo voy a ir atónita. (25)
¿Acotó la Greta Garbo su peso neto? No lo noté: no se puso braga, tergal o toca. (59)
Allí diva del pop le da vidilla. (25)

Allí te la puso, jabato: rama rota bajo su paletilla. (41)
¿Arrasó loto tu pene, puto tolosarra? (29)
¿Dádiva? Nada, como cada Navidad. (25)
La módica saga suiza nazi usa gas ácido mal. (35)
¡Olé, puta! ¡Coloca tu pelo! (19)

Sacó ira con amor sola Ana a los romano-cariocas. (39)
Sádicas: a Mercedes, abadesa laica solo sacia la sed a base de cremas ácidas. (61)
Sara, mercería no con aire cremarás. (29)
-Sara, su acné -supuso Ana- o su pus encausarás. (35)
Seré caco, ¡mas amo Cáceres! (21)

lunes, 11 de junio de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XXVII)

Dulcinea 0’Callaghan nos vuelve a dejar pasar al laberinto de su mente. Cuidado, que ni siquiera ella tiene los planos. Enviadnos a anonimosindocumentados@gmail.com los relatos de las cosas que os pasaron ayer, y visitad http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/ para leer todas las historias.



Después de todo, mi amiga Flori probablemente tenga razón. El suceso del atraco salió en los noticieros y en todos los periódicos al día siguiente. Si un tsunami se hubiera llevado a un mendigo río abajo, también habría salido, y nunca salió. Por cierto, el atracador no llegó a morir, pero aún sigue grave en el hospital, digo yo que esposado a la cama salvo que tenga lesiones en las muñecas por haberse desplomado mal sobre la barra del bar. El camarero está libre de todo cargo porque Flori y yo declaramos en comisaría que fue en defensa propia. Los policías se dieron muy pronto por satisfechos y no nos preguntaron mucho más, así que esa historia no da ni para un par de párrafos. Lo que sí quiero contar es lo que me ocurrió ayer domingo por la mañana, paseando precisamente por el mismo parque del mendigo, por donde últimamente me dejo caer a menudo para ver si me lo vuelvo a cruzar y poder quedarme así tranquila del todo, cosa que no ha ocurrido hasta el momento.

No muy lejos de la barandilla rota -me temo que las arcas del Ayuntamiento no estén para arreglar muchos desperfectos hasta dentro de algunas décadas-, un grupo de curiosos rodeaba a alguien. Me acerqué lo suficiente para convertirme en una curiosa más y para ver que ese alguien era un trilero, uno de esos tramposos que engañan a los incautos con el juego de la bolita y los tres vasos opacos. Sin embargo, el juego presentaba una variante atractiva, que lo alejaba del concepto moral de “trampa” y lo convertía en una negociación interesante.

Los tres vasos opacos no escondían una bolita. Bajo cada uno de ellos había un billete: uno de 10€, otro de 20€ y otro de 50€. El trilero mostraba los tres billetes y los tapaba con absoluta claridad con los vasos, moviéndolos a continuación hábilmente sobre el tapete. “Elige uno”, le dijo al primer jugador que vi participar. Este señaló uno de los vasos y entonces el trilero le hizo una propuesta. “Me das 40€ y te quedas lo que haya debajo”. El jugador dudó durante un buen rato ante las murmuraciones de la muchedumbre, que opinaba con alegría porque es lo que se hace cuando quienes se la juegan son los demás. El jugador debió de pensar algo así como “si me pide 40€ es porque quiere que suponga que debajo están los 50€, ya que no me pediría tanto en otro caso; así que no debe de haber 50€ porque será un engaño; así que habrá menos y yo perdería dinero si le diera 40€; por lo tanto, rechazo la oferta”. Y, de hecho, rechazó la oferta. El trilero puso cara de “qué se le va a hacer”, levantó el vaso y dejó ver el billete que había debajo: 50€. La muchedumbre murmuró todo tipo de mofas y blasfemias, el jugador bajó la cabeza y se perdió en el anonimato y el trilero volvió a mostrar los billetes y los vasos en busca de un nuevo participante.

Definitivamente, este juego no era un timo. El jugador tenía libertad para rechazar la propuesta o aceptarla. De hecho, el participante anterior la había rechazado y no había perdido nada, aunque el resultado de la negociación le hubiera hecho quedar como un perdedor. Por el contrario, el trilero había resultado moralmente ganador aunque no hubiera ganado ni para pipas.

Un nuevo jugador entró al trapo. “Me das 25€ y te quedas lo que haya debajo”, le dijo el trilero. El tono de los murmullos subió de volumen y el nuevo jugador debió de interpretrarlos como un “este tío no puede ser tan cobarde como el otro”, porque aceptó la propuesta sin mucha más reflexión. A lo mejor sí reflexionó, no lo sé, y pensó algo así como “en el peor de los casos, pierdo 15€; en el mejor de los casos, gano 25€”, y por eso aceptó. Se dio el peor de los casos: el trilero recogió los 25€ del jugador y le entregó el billete de 10€ que había bajo el vaso elegido. Hubo algunos aplausos entre el público; no sabría decir si eran para el trilero o para la valentía del participante, que a veces se premia más que el valor del dinero en sí.

¿Podéis creerme si os digo que me adelanté un par de pasos para ser la siguiente participante? Pero, en ese momento, el trilero recogió sus bártulos ante la decepción de la muchedumbre, que rápidamente se disolvió. Yo misma también di media vuelta, en parte contrariada, en parte aliviada.

A los pocos metros, noté unas pisadas a la espalda, me giré y vi al trilero acercándose a mí. “¿Querías jugar?”. “Bueno, creo que no llegué a tiempo”. “Gané 15€ y cerré el chiringuito; es lo que suelo hacer”. “¿Con tan poco te conformas?”. “¿Poco? ¿Quién gana 15€ en 5 minutos?”. “Visto así…”.

Era un chavalito. Bueno, a lo mejor tenía mi edad, pero parecía un chavalito con sus aires despreocupados y su gorra del revés. “Entonces, ¿quieres jugar o no?”. “Realmente me acabo de dar cuenta de que ni siquiera llevo dinero encima”. “No importa, hagamos lo siguiente”. Se sentó en el suelo e inició el protocolo del juego. “Elige un vaso: si debajo hay 50€, te invito a cenar esta noche; si hay 20€, te invito a comer luego; si hay 10€, te invito ahora a unos cafés. Ten en cuenta que, como en el juego, una vez que elijas, yo puedo decidir levantar el vaso o no”.

¿Estaba el chavalito ligando conmigo? Eligiera yo el vaso que eligiera -si es que lo elegía-, a algo me estaba invitando: ¿qué otro motivo podría haber entonces? Me pareció una situación divertida y, sin pensarlo dos veces, señalé el vaso del centro. De pronto, el rostro del chavalito despreocupado se nubló. Volvió a recoger los bártulos, se levantó del suelo y se despidió con un “otra vez será”. Me quedé petrificada.

Nunca sabré qué billete había debajo de ese vaso, pero creo que mejor ni pensarlo…

viernes, 8 de junio de 2012

CARTELELES (V)


El Preboste de lo Inconcino, gran colaborador de los Anónimos Indocumentados, nos envía una nueva fotografía. Se titula:

LA PELUQUERA HUMANISTA



Enviadnos a anonimosindocumentados@gmail.com vuestras instantáneas, y visitad www.carteleles.blogspot.com para ver las recopiladas hasta el momento.

jueves, 7 de junio de 2012

AL POSO DEL OTOÑO TOLEDO SOPLA (XXVII)


La consolidada obra de Luciano Nimato se sigue manifestando ante nuestros ojos. Enviadnos vuestros descubrimientos a anonimosindocumentados@gmail.com. Para ver todos los palíndromos recopilados hasta el momento: www.palindromosanonimosindocumentados.blogspot.com.



A Jorge no da láser ese resalado negro, ¡ja! (33)
A la rata mala, matarala. (19)
Adán, a Salomé seda ruda le parecerá peladura de sémola sanada. (51)
¡Alabar esa catarsis! ¡Rata casera bala! (31)
Allí dale pera ya repeladilla. (25)

Allí toca Pedro, tu autor de pacotilla. (31)
Amado lucro para Dimas a mí dará por culo, dama. (37)
Avalan ese tramo, se lo creímos, o miércoles o martes en Álava. (49)
Nada: marrano zar laico no conocí al razonar ramadán. (43)
Nos ideó luz -neón no- en zulo Edison. (28)

Ocas, leo jocoso: la osa pasó al oso cojo al saco. (37)
Sara: purga ácida, sádica agruparás. (29)
Sara, tal neonata orca croata no enlatarás. (35)
Satán: os trazó Mozart sonatas. (25)
Sí, sor censora patógeno repele, pero negó taparos necrosis. (49)

domingo, 3 de junio de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XXVI)

Melchor Lasiesta vuelve de compras y nos lo cuenta para que lo sepamos. Recordad que podéis enviarnos a anonimosindocumentados@gmail.com las cosas que os pasaron ayer, y visitar http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/ para leer todos los relatos.



Cuando alguien tiene un hijo de la forma en que lo ha tenido mi amigo Santi, ¿se supone que hay que hacerle algún tipo de regalo? El esperado nacimiento de un bebé sí puede ser claro motivo de obsequio o celebración: se le regala a los padres cualquier chorrada -el bebé ni se va a dar cuenta- y a correr. Pero el caso de Santi es distinto. ¿Es motivo de regalo o de pésame? Supuesto el primer caso, ¿hacia dónde hay que orientar el regalo: hacia la nueva paternidad de Santi o hacia la nueva… filiación del hijo? ¿Se dice así, filiación? Qué difícil es todo esto, máxime teniendo en cuenta mi poca afición y menor tino a la hora de hacer regalitos. Así que ayer por la tarde me fui a El Descortés Inglés, que tiene de todo, en busca de algún adorno que no fueran los propios dependientes.

Las escaleras mecánicas me llevaron a la planta correspondiente, que suele ser la de arriba o la de abajo según las escaleras suban o bajen. Estuve allí mirando más de media hora, a la caza de la inspiración consumista, pero eso no es lo mío y, cuanto más miraba, más ideas escapaban de mi cabeza. Al final, por eliminación, solamente me quedó una, un tanto chapucera, qué se le va a hacer. Elegí un bonito y reluciente rollo de papel de regalo: que Santi o su hijo se compraran lo que quisieran y que se lo autoenvolvieran la mar de ilusionados con ese papel. Busqué a un dependiente para que me lo cobrara, y no me hizo falta dar más de cuatro pasos para ver a varios de ellos impolutamente enchaquetados. Uno estaba atareado sacándose un moco con la mano izquierda; otro, con la derecha. Tras un mostrador, vi a un tercero que estaba desocupado y fui a importunarle.

YO: Buenas tardes. Quería llevar esto.
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Muy bien. Son 2’20 euros.
YO: Me lo envuelve para regalo, por favor.

Una neblina cayó sobre su faz. Toda conexión neuronal al otro lado del mostrador quedó cortocircuitada. Le miré al fondo de los ojos y vi que allí no había alma. Sólo después de pestañear pudo articular palabra.

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Espere un momento, tengo que consultarlo.
YO: ¿Qué es lo que tiene que consultar? No le he pedido que me conceda un préstamo o un día de permiso. Simplemente, ya que mi compra es un regalo, quiero que me la envuelva para regalo, por favor.
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Ahora mismo lo consulto y vuelvo, sí. Es que soy nuevo.

Ya le había notado yo cierta falta de experiencia según le vi, sin moco alguno que lo atareara. Al cabo de un rato volvió con cierto sonrojo.

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Que me dice el jefe que no puedo envolvérselo para regalo.
YO: ¡Cómo!
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Que, si usted compra un microondas, no se lo lleva metido en un microondas más grande. Que por eso no le puedo envolver su papel de regalo en papel de regalo.
YO: ¡Qué microondas ni qué niño muerto! ¡Eso ya lo estuve mirando en el Careful! ¡Ahora mismo me envuelve mi regalo para regalo! ¡Faltaría más!
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Espere aquí un momento, que consulto lo del niño muerto…
YO: Pero…

Me dejó con la palabra en la boca y el rollo de papel de regalo en vertical, aspaviento va, aspaviento viene. En ese mismo momento me di cuenta de que me había dejado la cartera en casa, y que únicamente una moneda de dos euros -que vete tú a saber cómo había ido a parar a mi bolsillo- era todo el dinero que llevaba encima. Después de todo, ni siquiera iba a poder…

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Sí, que me dice el jefe que lo siente mucho por su hijo, pero que aquí ya no se envuelve nada para regalo.
YO: ¡No es posible!
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Que hay crisis, que gastamos una media de 20 céntimos por cada regalo que envolvemos y que estamos en tiempo de recortes…

¿Os acordáis del residente observador caralameculos, aquel muchacho que mató dos pájaros de un tiro en el hospital? Pues, de repente, su aura me recorrió el cerebelo y probablemente parte del bulbo raquídeo de la misma manera que antes la neblina colapsó al dependiente pusilánime. Una chispa de inteligencia práctica encendió el motor de mi razón.

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: ¿Le ocurre algo, señor, que se ha quedado como embobado?
YO: Bien, vamos a ver si es capaz usted de seguir el discurso de un embobado como yo, que es el que sigue. Al loro, Teodoro. Si yo divido mi papel de regalo en 11 partes iguales y me quedo con 10, el valor de la parte que me quedo es 10/11 del valor total, ¿verdad?
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Espere que lo consult…
YO: ¡No consulte nada, joder! ¡Venga aquí! ¡Hay que ver qué hombre más pusilánime!
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Eh… Gracias.
YO: En nuestro caso, esa parte que desecharíamos del papel tendría un valor de 20 centímos, y las 10/11 partes que quedarían valdrían 2 euros.
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: ¿Y con la calculadora… lo puedo consultar?
YO: Buf… Venga, va.
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: A ver… Pues sí, tiene usted razón.
YO: Entonces, dividimos mi papel en dos partes en esa proporción, me quedo con la parte grande por 2 euros, y me lo envuelve con la pequeña, que -al ser parte de la propia mercancía- no les supone gasto en papel de envolver, ¿no es cierto?

El dependiente pusilánime se quedó dubitativo. Creo que no se atrevía ni a darme la razón ni a ir a consultarlo. Al final se decantó.

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Voy a ir a consultarlo.

El mostrador, libre. Unas tijeras, a mano. Una cinta métrica, a la otra mano. Celofán. A lo lejos, el dependiente pusilánime aguardaba a que el jefe acabara de vender una escafandra portátil.

En un pispás, extendí, medí, corté, enrollé, envolví y pegué. Podía haberme ido incluso sin pagar, pero soy un tipo ecuánime. Dejé la moneda de 2 euros sobre el mostrador y me llevé mi regalo envuelto. Sólo me encontré en mi camino a aquellos dos dependientes enchaquetados, que se estaban intercambiando los mocos. Sonriendo, les dediqué un par de palabras de despedida.

YO: Toma recortes…