jueves, 20 de septiembre de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XXXVIII)

Daremos por buena esta nueva historia de Melchor Lasiesta después de todas las excentricidades recibidas últimamente. Como nuestro amigo Melchor, a través de anonimosindocumentados@gmail.com podéis contarnos las cosas que os hayan pasado ayer. Para leer todos los relatos: www.cosasquepasaronayer.blogspot.com.



Sentados los tres frente al televisor, no fue hasta que llegó una pausa publicitaria cuando mi amigo Santi apartó su mirada de la pantalla y pareció por un momento que nos iba a hacer caso. Paquito también advirtió este hecho y aprovechó la coyuntura para intentar sacar tajada. Todo esto pasó ayer en la sobremesa.

PAQUITO: Papá, estoy realmente apesadumbrado por el fin de las vacaciones de verano y el comienzo del período lectivo.
SANTI: No te quejes, que todavía no tienes clase por la tarde.
PAQUITO: Necesito un incentivo, un premio, algo que rompa la rutina que se me viene encima y…

Hasta ahí llegó a escuchar el padre a su hijo. Se acabaron los anuncios y toda la atención de Santi se volcó de nuevo en el programa de Nimein Teresa Campos.

PAQUITO: ¡Papá, no me estás haciendo caso!
SANTI: ¡Chisssssssst! Melchor, sácale a pasear un rato y que te dé a ti la vara.
YO: Tararí. Si quieres una institutriz, ¿por qué no contratas a Mary Pop…?

Sacó Santi un billete de 20 euros sin dejar de mirar la tele. Medio minuto más tarde ya estábamos en la calle Paquito, yo y el billete. No me iría a salir muy caro el entretenimiento del niñato; y lo que me sobrara, para comprar tomates.

YO: Bueno, Paquito, ¿qué es lo que quieres hacer?
PAQUITO: Tomar unas cervezas.
YO: ¡Puaf, si aún estás en edad de batidos de sugus!
PAQUITO: Un día es un día. Además, hay cervezas que no tienen alcohol, ¿verdad?
YO: Ahí tienes razón. Lo cierto es que la cerveza en sí misma constituye un alimento muy completo.
PAQUITO: La base de la alimentación en la civilización egipcia, sin ir más lejos, y mira si los egipcios hicieron cosas muy antiguas, pero muy bien hechas…
YO: No se hable más. Vamos a bebernos unas birras. Pero nada de alcohol, ¿de acuerdo?
PAQUITO: Sin alcohol, por supuesto.

Nos pedimos en una taberna de por allí unas cervezas sin alcohol, tres para cada uno, una detrás de otra, que las vacaciones de verano habrán acabado, pero no el calor. A los diez minutos tenía Paquito un pedo incompatible con no haber tomado alcohol.

YO: Pero, Paquito, ¡qué te pasa!
PAQUITO: El vino que tiene Asunción no es tinto, ni blanco ni tiene colooooorrrr…

Miré las etiquetas de las botellas que el tabernero nos había dejado en la mesa y vi con estupor que nos había servido unas cervezas cuyo contenido en alcohol era “inferior a 1%”. O sea, que sí tenían alcohol.

YO: ¡Tabernero! ¡Venga para acá! ¿No le había pedido yo unas cervezas sin alcohol?
TABERNERO: Claro, y eso es lo que les he traído.
YO: Aquí dice “inferior a 1%”.
TABERNERO: Las cervezas “sin” tienen una cantidad de alcohol muy baja, muy poco significativa.
YO: Pero ¿no hay cervezas que no tengan NADA de alcohol?
TABERNERO: Sí, las “0,0%”.
PAQUITO: Melchor, ¿con quién hablas? ¿Es este mi nuevo profesor de Canto Coral y Arrecife? ¡De Alto Cedro voy para Marcané…!

La situación comenzaba a tomar rumbo hacia lo esperpéntico: ese camino lo reconozco muy bien.

YO: Vamos a ver, tabernero. Si para pedir una cerveza que no tenga alcohol hay que pedir una “0,0%”, ¿para pedir una cerveza que sí tenga alcohol hay que pedir una “100%”?
TABERNERO: No, eso nunca lo he oído.
YO: Dicho de otro modo: ¿cómo es posible que si quieres una cerveza sin alcohol no puedas pedir una cerveza “sin” porque resulta que es una cerveza “con”?
TABERNERO: Así está montada la cosa. Las cervezas “sin” tienen un poco de alcohol, muy poco.
YO: Ya, pero tres cervezas “sin” para un niñato como este que tenemos aquí al lado, de cuerpo prepúber y esmirriao, vea usted qué efectos producen.
PAQUITO: ¡En la fiesta de Blas, en la fiesta de Blas, todo el mundo salía con unas cuantas copas de más…!

La borrachera de Paquito iba “in crescendo”: aunque la letra de esa canción era tal cual, si el niñato hubiera estado sobrio habría dicho “de la fiesta” en lugar de “en la fiesta” para corregir la impureza gramatical.

YO: O sea, en este caso “sin” equivale a “muy poco”.
TABERNERO: Exactamente.
YO: Bien, tomo nota para la próxima vez que me sumerja en el caótico mundo de las cervezas. ¿Ahora puede decirme cuánto le debo?
TABERNERO: Son 5 euros.
YO: ¿6 cervezas por 5 euros? Qué barato, ¿no?
TABERNERO: Es que estamos de promoción.
YO: Realmente es muy poco dinero.
TABERNERO: Muy poco, sí señor.

En ese momento, Paquito se apoyó con ambos brazos en la mesa y se levantó enérgicamente.

PAQUITO: Entonces, en tanto que “sin” equivale a “muy poco”, nos vamos a ir sin pagar.

Echó Paquito la pota sobre la mesa, parte de la cual fue a parar directamente al tabernero, y abandonamos a la carrera el local cogidos de la mano. Personalmente, no creo que el tabernero llamase a la policía, pues es probable que él mismo fuese acusado como cómplice necesario en el emborrachamiento de un menor. Lo más llamativo del caso, la intriga que me queda después de todo, es cómo narices conocía Paquito esas canciones tan sigloveinteras por muy ebrio que estuviera. Si es que lo estaba…

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