martes, 8 de enero de 2013

COSAS QUE PASARON AYER (XLVII)

Cuando Dulcinea O’Callaghan se pone a escribir, se pone a escribir. Recordad que en nuestra dirección de correo electrónico (anonimosindocumentados@gmail.com) podéis dejarnos vuestras historias, siempre y cuando os hayan ocurrido ayer. Todos los relatos, en www.cosasquepasaronayer.blogspot.com.



Cómo pasa el tiempo. Ha tenido que llegar el Año Nuevo para darme cuenta de ello. Y, por alguna extraña asociación de ideas, no fue hasta ayer cuando me percaté de que ya habían pasado un montón de meses desde que le dijeron a mi amiga Flori que volviera a hacerse el TAC medio año más tarde. ¡Se me había olvidado por completo! ¿Habría hecho ya la prueba? ¿Y no me había dicho nada? Lo cierto es que Flori ni me había hablado de ello casi desde aquella vez ni tampoco se había vuelto a quejar de los dolores de cabeza… No hay excusa: me tenía que haber acordado yo antes, pero el caso es que me acordé ayer. Y la llamé por teléfono para preguntárselo.

-¡Feliz Año Nuevo, Flori!
-Estamos a siete, majadera.
-¿A siete ya? ¡Si parece que fue ayer cuando era seis!
-¿Me has llamado solamente para decirme gilipo… pi… pi… pi…

Se cortó la comunicación. Juro que no fui yo. A veces cuelgo sin querer con el dedo tonto, pero esta vez estaba con el manos libres. Volví a llamar.

-El teléfono que ha marcado está apagado o fuera de servicio.

Date. La Flori, que ha tenido la brillante idea de llamarme ella a mí. Y después soy yo la majadera.

-Chururú chururú. Mensaje: Flori le ha intentado llamar.

Efectivamente. Bueno, a ver si esta vez soy yo más rápida que ella.

-El teléfono que ha marcado está apagado o fuera de servicio.
-Chururú chururú. Mensaje: Flori le ha intentado llamar.

¡Pero será boba! Pues nada: si quiere llamarme ella, que me llame. A ver…

Pasan los segundos. Medio minuto. Un minuto. No me llama. ¡Arrrrrrgggggg! ¡Pero llámame, mamarracha! ¿No ves que te estoy esperando? Pasa otro minuto. No lo soporto más: vuelvo a llamarla.

-El teléfono que ha marcado está apagado o fuera de servicio.
-Chururú chururú. Mensaje:…

¡A la mierda el mensaje! Yo ya sabía que nosotras dos congeniábamos muy bien, pero no hasta el punto de solaparnos incluso en el pensamiento y la acción. Lo único que me aliviaba era saber que ella también estaría jurando en hebreo, arameo y fariseo.

A ver, Flori: si me estás leyendo el pensamiento, no me llames ahora, que voy a volver a intentarlo yo, ¿vale? Alla vá:

-El teléfono que ha marcado está apagado o fuera de servicio.
-Chururú chururú. Mensaje: Flori le ha intent…

¡Joder, joder, joder! ¡Joder! ¡Llámame tú! ¡Llámame! ¡¡¡Llámame!!!

Nada.

¡¡¡¡Ahhhhh!!!! Ahora mismo voy a la tienda de móviles y les digo que esto no puede pasar, que tienen que poner un sistema de prioridades como en las calzadas estrechas o algo así, una señal que indique en los móviles en estos casos a quién le toca llamar y a quién esperar. ¿Se mandan cohetes al hiperespacio y no va a ser posible esto? Y como no me lo solucionen y me sigan fastidiando, me cambio de Jodafone a Moliestar (que, para el caso, fastidian lo mismo).

Total, que salgo a la calle llena de ira y me dirijo a la tienda de móviles completamente decidida, pues la enajenación me impedía en ese momento darme cuenta de la sublime bobada que tenía por idea. Doy la vuelta a la última esquina, llego a la puerta de la tienda, y ¿a que no sabéis a quién me encuentro allí?

No, joder, a Flori no.

¡Al vagabundo!

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