domingo, 20 de enero de 2013

COSAS QUE PASARON AYER (XLVIII)

Melchor Lasiesta y Paquito, tirando de diccionario. En nuestro correo electrónico (anonimosindocumentados@gmail.com) seguimos recibiendo vuestros relatos sobre lo que os ha ocurrido ayer. Todas las historias pueden leerse en www.cosasquepasaronayer.blogspot.com.



Ayer acabé en el hospital no como simple documentalista sino como portador de un magnífico ojo a la virulé producto de la incomprensión.

Todo empezó en casa de mi amigo Santi, quien se había ido a visitar a su madre y me había dejado a cargo de su hijo Paquito. “¿Y por qué no llevas también a ver a tu madre a Paquito, a la sazón su abuela?”, le había preguntado yo a Santi. “Porque mi madre no sabe de su existencia: ¿qué es mejor, que siga con su tranquilidad de anciana o que le dé un patatús en forma de nieto de físico prepúber y mente caótica?”. Visto así…

En definitiva: Santi, visitando a su madre; yo, con Paquito. La pregunta de este último fue breve y concisa:

PAQUITO: ¿Y qué pasa con las putas?

Me pilló por sorpresa, pero algo podría haberme olido yo a la vista del desarrollo de nuestros encuentros. Si una vez fuimos a tomarnos unas birras, y otra vez fuimos al cine y acabamos tomándonos otras birras, perfectamente el siguiente paso podría ser…

PAQUITO: ¿Qué pasa con las putas, Melchor?
YO: ¿Cómo que qué pasa con las putas?
PAQUITO: Sí. ¿Por qué se les da el protagonismo si son el sujeto pasivo de la acción? ¿Por qué el peso lingüístico no recae en los sujetos activos? Si yo mato a alguien, yo soy el asesino y la otra persona es la asesinada. Sería ridículo decir que la otra persona es la asesina y que yo “voy de asesinos”, al igual que se dice “voy de putas”.

O sea, la cosa iba simplemente de análisis morfosintáctico y no de puticlubs. Aunque, en vistas de la pregunta, no sabía yo si eso era un alivio. Opté por dejar correr mi sabiduría a través del método socrático:

YO: ¿Y cómo debería ser entonces?
PAQUITO: En este caso concreto, el verbo tendría que ser putar, de manera que el sujeto activo sería el putante, puto o putador; y el pasivo sería el putado, putando o putario. Si fuese una mujer esta última, como es frecuente, entonces sería la putada, putanda o putaria.
YO: ¿Qué sería entonces un putón?

Paquito cogió el diccionario.

PAQUITO: Entendiendo que puto sería el que va de putas, putón sería el hombre que mantiene relaciones sexuales con putarias a mogollón.
YO: ¿A mogollón las putarias o a mogollón las relaciones?
PAQUITO: Valdrían ambas cosas. El sufijo –ón, con valor aumentativo o intensivo como en el caso que nos ocupa, no especifica qué es lo que aumenta: si la frecuencia o la variedad.
YO: O la longitud.
PAQUITO: Eso se da por hecho.
YO: ¡Y tú qué sabrás!
PAQUITO: Volviendo al tema, creo que la abundancia de sufijos entorpece y dispersa la comprensión: putaria, putada, putanda, putera, putante… Por contra, el sufijo –ón u –ona es muy claro y expresivo, y debería servir para todo: putona, narizona, cabezona… Y también para verbos: machacona, ladrona (la perra que ladra mucho), tejona (la que teje mucho), cosona… Mira, ahí vuelve Santi de ver a su madre.
YO: Ah, pero ¿tú sabes que va a ver a su madre? Creía que no sabías nada.
PAQUITO: La que no lo sabe es ella, por el tema del patatús. A mí me da igual que una persona desconocida para mí sea mi abuela o no. Lo único que me fastidia un poco es que Santi está yendo a todas horas a verla. Cada vez que se lo pide, va. Cada vez que se lo pide, va. Cada vez que se lo pide, va. Ella, venga a pedir. Él, a ver a mamá…

Llegó Santi al salón.

SANTI: ¡Hola! ¿Qué tal estáis?
YO: Mira, Paquito. Ahí viene el mamón de ver a la pedona.

El resto ya lo sabéis.

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