jueves, 17 de mayo de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XXIV)

Aquí tenemos otra de las peripecias de difícil digestión de nuestro estimado colaborador Melchor Lasiesta. Enviadnos a anonimosindocumentados@gmail.com los relatos de las cosas que os pasaron ayer, y visitad http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/ para leer todas las historias.


Estaba jugueteando ayer por la mañana con mi recién adquirido portátil cuando me llamó Santi por teléfono. Mi amigo Santi es un personaje de cuidado. No posee una inteligencia descomunal, pero sí es muy rápido utilizando la que tiene: no es nada fácil pillarle en fuera de juego. A esto le añade una buena dosis de desvergüenza, lo que resulta una mezcla explosiva.

Santi estaba cabreado con la Administración en general y esa mañana quería desahogarse a su manera en las oficinas del DNI. “Voy a montar una jarana de padre y madre” fueron sus palabras. Y, como sigue el blog y sabe que me gusta tomar nota de este tipo de cosas, me llamaba por si quería acompañarle, a lo que accedí encantadísimo.

Media hora después estábamos delante de un mostrador, frente a una señora de redondez manifiestamente distribuida por igual, braquicéfala, con gafas de esas que alguna gente usa no para mirar a través sino por encima.

SANTI: Buenos días. Venía a…
BRAQUICÉFALA: Buenos días. Su cara me suena y no sé de qué.
SANTI: Bien; no es la primera vez que vengo por aquí, y se ve que soy de los que dejan huella…

Probablemente, Santi no se dio cuenta de que la señora en cuestión no aparentaba ser de las que entienden sus juegos de palabras, pero eso a Santi le da lo mismo.

BRAQUICÉFALA: En fin, ¿qué era lo que deseaba?
SANTI: Pues venía a hacerle el DNI a mi hijo.
YO: No, señora, no me mire así de soslayo, que yo no soy su hijo. Yo sólo vengo de oyente.
BRAQUICÉFALA: Qué cosas… ¿Y dónde está entonces su hijo?
SANTI: Estará a punto de llegar. Le acabo de llamar al móvil y estaba comprando piruletas en el estanco de la esquina.
BRAQUICÉFALA: Los niños de hoy en día tienen móvil antes que DNI. En mis tiempos, que no había móvil…
YO: No había ni DNI.
BRAQUICÉFALA: Usted, para venir de oyente, habla demasiado, ¿no?
SANTI: Vayamos al grano: mientras llega mi hijo, podré ir dándole sus datos para adelantar tiempo, ¿verdad?
BRAQUICÉFALA: Sí, supongo… ¿Nombre?
SANTI: Santiago.
BRAQUICÉFALA: Espere que lo anote en el ordenador. San-tia-go… ¿Primer apellido?
SANTI: Igual.
BRAQUICÉFALA: Pero buen hombre: apellidándose Santiago, ¿cómo le puso a su hijo también Santiago de nombre?
SANTI: No, señora. No se apellida Santiago. Se apellida Igual.
BRAQUICÉFALA: Pues eso, Santiago.
SANTI: Que no, que no. Que su apellido es Igual.
BRAQUICÉFALA: Pero ¿igual que qué?
SANTI: Igual que el mío, naturalmente, pues soy su padre.
BRAQUICÉFALA: ¿Y cómo se apellida usted?
SANTI: Igual.
BRAQUICÉFALA: ¿Me está tomando el pelo?
SANTI: ¿Me lo está tomando usted? Mi apellido es Igual.
BRAQUICÉFALA: ¡Igual que qué!
YO: Igual que el del abuelo, supongo… Y no me mire así, que se le van a acabar de caer las gafas.
BRAQUICÉFALA: A ver, ¿por qué no empezamos desde el principio? Su hijo se llama Santiago, ¿verdad?
SANTI: Sí, Santiago, como yo.
BRAQUICÉFALA: Me da lo mismo cómo se llame usted, aunque su rostro me sigue siendo conocido… Bien; el primer apellido de su hijo también es Santiago, ¿verdad?
SANTI: No, es Igual. I-G-U-A-L. Cinco letras. Igual.
BRAQUICÉFALA: Vale, ya lo he entendido, perdone la confusión.
SANTI: Es igual.
BRAQUICÉFALA: Ya, ya lo he anotado, no hace falta que lo repita.
SANTI: No, si…
BRAQUICÉFALA: No perdamos tiempo. ¿Segundo apellido de su hijo?
SANTI: Igual.
BRAQUICÉFALA: Qué casualidad. Lo anoto. I-gual…
SANTI: No, no… Digo que es igual que su nombre.

De la cabeza de la señora empezó a salir humo en espiral, conforme a su redondez, y Santi -que hasta ese momento había conseguido mantener una sorprendente seriedad- empezó a no poder contener la risa.

SANTI: ¡Señora, que le estoy tomando el pelo! ¡Jajaja! ¡Que me estoy riendo de usted y de todos vosotros! ¡Que estoy hasta los mismísimos de la burocracia y la Administración! ¡Que no hay nadie comprando una piruleta! ¡Que no tengo ningún hijo! ¡Jajaja!

En ese momento, a la señora braquicéfala le cambió el semblante, no sé si a mejor o a peor. Agarró la pantalla de su ordenador y la giró bruscamente hacia mi amigo Santi.

BRAQUICÉFALA: ¡¿Que no tienes ningún hijo?! ¡Mira el fondo de escritorio! ¡Es clavado a ti! ¡Ahora ya sé de qué me suena tu cara, cabrón! ¡Por fin te encontré! ¡Me dejaste preñada bajo este mismo mostrador en tu última renovación!
SANTI: Carajo, ¿eras tú? A ti sí que el tiempo te ha dejado huella…
BRAQUICÉFALA: Cabrón. Me emborrachaste con tus zalamerías y tu verbo fácil, y me dejé arrastrar bajo este mismo cartel del DNI.
SANTI: ¿Y estás segura de que era yo?
BRAQUICÉFALA: Me dijiste: “DNI significa Debajo No Interrumpirán”.
YO: Jeje, ese tipo de chorradas son muy tuyas, Santi, no hay duda…
BRAQUICÉFALA Y SANTI AL UNÍSONO: ¡¿Tú no venías de oyente?!

Gustosamente di media vuelta y salí a la calle con idea de alejarme de allí con celeridad: entrometerme en asuntos familiares era mi última intención, que nunca se sabe lo que le puede salpicar a uno. Ay, Santi, Santi… “Una jarana de padre y madre”, je.

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