domingo, 3 de junio de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XXVI)

Melchor Lasiesta vuelve de compras y nos lo cuenta para que lo sepamos. Recordad que podéis enviarnos a anonimosindocumentados@gmail.com las cosas que os pasaron ayer, y visitar http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/ para leer todos los relatos.



Cuando alguien tiene un hijo de la forma en que lo ha tenido mi amigo Santi, ¿se supone que hay que hacerle algún tipo de regalo? El esperado nacimiento de un bebé sí puede ser claro motivo de obsequio o celebración: se le regala a los padres cualquier chorrada -el bebé ni se va a dar cuenta- y a correr. Pero el caso de Santi es distinto. ¿Es motivo de regalo o de pésame? Supuesto el primer caso, ¿hacia dónde hay que orientar el regalo: hacia la nueva paternidad de Santi o hacia la nueva… filiación del hijo? ¿Se dice así, filiación? Qué difícil es todo esto, máxime teniendo en cuenta mi poca afición y menor tino a la hora de hacer regalitos. Así que ayer por la tarde me fui a El Descortés Inglés, que tiene de todo, en busca de algún adorno que no fueran los propios dependientes.

Las escaleras mecánicas me llevaron a la planta correspondiente, que suele ser la de arriba o la de abajo según las escaleras suban o bajen. Estuve allí mirando más de media hora, a la caza de la inspiración consumista, pero eso no es lo mío y, cuanto más miraba, más ideas escapaban de mi cabeza. Al final, por eliminación, solamente me quedó una, un tanto chapucera, qué se le va a hacer. Elegí un bonito y reluciente rollo de papel de regalo: que Santi o su hijo se compraran lo que quisieran y que se lo autoenvolvieran la mar de ilusionados con ese papel. Busqué a un dependiente para que me lo cobrara, y no me hizo falta dar más de cuatro pasos para ver a varios de ellos impolutamente enchaquetados. Uno estaba atareado sacándose un moco con la mano izquierda; otro, con la derecha. Tras un mostrador, vi a un tercero que estaba desocupado y fui a importunarle.

YO: Buenas tardes. Quería llevar esto.
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Muy bien. Son 2’20 euros.
YO: Me lo envuelve para regalo, por favor.

Una neblina cayó sobre su faz. Toda conexión neuronal al otro lado del mostrador quedó cortocircuitada. Le miré al fondo de los ojos y vi que allí no había alma. Sólo después de pestañear pudo articular palabra.

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Espere un momento, tengo que consultarlo.
YO: ¿Qué es lo que tiene que consultar? No le he pedido que me conceda un préstamo o un día de permiso. Simplemente, ya que mi compra es un regalo, quiero que me la envuelva para regalo, por favor.
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Ahora mismo lo consulto y vuelvo, sí. Es que soy nuevo.

Ya le había notado yo cierta falta de experiencia según le vi, sin moco alguno que lo atareara. Al cabo de un rato volvió con cierto sonrojo.

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Que me dice el jefe que no puedo envolvérselo para regalo.
YO: ¡Cómo!
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Que, si usted compra un microondas, no se lo lleva metido en un microondas más grande. Que por eso no le puedo envolver su papel de regalo en papel de regalo.
YO: ¡Qué microondas ni qué niño muerto! ¡Eso ya lo estuve mirando en el Careful! ¡Ahora mismo me envuelve mi regalo para regalo! ¡Faltaría más!
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Espere aquí un momento, que consulto lo del niño muerto…
YO: Pero…

Me dejó con la palabra en la boca y el rollo de papel de regalo en vertical, aspaviento va, aspaviento viene. En ese mismo momento me di cuenta de que me había dejado la cartera en casa, y que únicamente una moneda de dos euros -que vete tú a saber cómo había ido a parar a mi bolsillo- era todo el dinero que llevaba encima. Después de todo, ni siquiera iba a poder…

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Sí, que me dice el jefe que lo siente mucho por su hijo, pero que aquí ya no se envuelve nada para regalo.
YO: ¡No es posible!
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Que hay crisis, que gastamos una media de 20 céntimos por cada regalo que envolvemos y que estamos en tiempo de recortes…

¿Os acordáis del residente observador caralameculos, aquel muchacho que mató dos pájaros de un tiro en el hospital? Pues, de repente, su aura me recorrió el cerebelo y probablemente parte del bulbo raquídeo de la misma manera que antes la neblina colapsó al dependiente pusilánime. Una chispa de inteligencia práctica encendió el motor de mi razón.

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: ¿Le ocurre algo, señor, que se ha quedado como embobado?
YO: Bien, vamos a ver si es capaz usted de seguir el discurso de un embobado como yo, que es el que sigue. Al loro, Teodoro. Si yo divido mi papel de regalo en 11 partes iguales y me quedo con 10, el valor de la parte que me quedo es 10/11 del valor total, ¿verdad?
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Espere que lo consult…
YO: ¡No consulte nada, joder! ¡Venga aquí! ¡Hay que ver qué hombre más pusilánime!
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Eh… Gracias.
YO: En nuestro caso, esa parte que desecharíamos del papel tendría un valor de 20 centímos, y las 10/11 partes que quedarían valdrían 2 euros.
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: ¿Y con la calculadora… lo puedo consultar?
YO: Buf… Venga, va.
DEPENDIENTE PUSILÁNIME: A ver… Pues sí, tiene usted razón.
YO: Entonces, dividimos mi papel en dos partes en esa proporción, me quedo con la parte grande por 2 euros, y me lo envuelve con la pequeña, que -al ser parte de la propia mercancía- no les supone gasto en papel de envolver, ¿no es cierto?

El dependiente pusilánime se quedó dubitativo. Creo que no se atrevía ni a darme la razón ni a ir a consultarlo. Al final se decantó.

DEPENDIENTE PUSILÁNIME: Voy a ir a consultarlo.

El mostrador, libre. Unas tijeras, a mano. Una cinta métrica, a la otra mano. Celofán. A lo lejos, el dependiente pusilánime aguardaba a que el jefe acabara de vender una escafandra portátil.

En un pispás, extendí, medí, corté, enrollé, envolví y pegué. Podía haberme ido incluso sin pagar, pero soy un tipo ecuánime. Dejé la moneda de 2 euros sobre el mostrador y me llevé mi regalo envuelto. Sólo me encontré en mi camino a aquellos dos dependientes enchaquetados, que se estaban intercambiando los mocos. Sonriendo, les dediqué un par de palabras de despedida.

YO: Toma recortes…

No hay comentarios:

Publicar un comentario