martes, 12 de marzo de 2013

COSAS QUE PASARON AYER (LII)

Melchor Lasiesta nos sigue impresionando con su faceta documentalista. Al igual que nuestros colaboradores, podéis contarnos en anonimosindocumentados@gmail.com las cosas que os han pasado ayer. Todos los relatos, en www.cosasquepasaronayer.blogspot.com.



Ayer tuve una última consulta en el hospital por el tema del ojo (bueno, espero que sea la última). Un gran especialista el médico: “¿Le duele?”. “No”. “¿Ve usted bien?”. “Sí”. “Pues ya está curado”. “Sublime…”.

Con tiempo después para darme un garbeo por los pasillos, me dejé caer por el semisótano, nunca mejor dicho, que es un lugar por donde nunca antes había ejercitado mi poder de observación y análisis. Allí se encuentra todo lo relacionado con los muertos y esas cosas. Podrían haber colocado esa especialidad en el ático para facilitar el ascenso de las almas a los Cielos, pero se ve que, por logística, les viene mejor facilitar el descenso a los Infiernos. Todo está muy pensado en la Sanidad Pública.

No me hizo falta ir más allá de una especie de mostrador de Recepción que rezaba “Muertos y Moribundos”, atendido por una enfermera o celadora de gafas caídas, de esas que tienen cara de irse a jubilar pasado mañana. Allí llegó a la vez que yo una señora muy resuelta empujando una silla de ruedas ocupada por un bulto humano.

SEÑORA RESUELTA: Buenos días. ¿Es aquí donde se pueden donar cadáveres a la ciencia?
PREJUBILADA: ¿No lo ve en el cartel?
SEÑORA RESUELTA: Bueno, es un cartel muy poco específico, la verdad. ¿Es o no es aquí?
PREJUBILADA: Pongamos que sí.
SEÑORA RESUELTA: Bien, pues les dejo a mi marido con silla de ruedas y todo…
PREJUBILADA: Alto, no tan deprisa. Estamos colapsados últimamente ante tanto muerto. ¿Había hecho usted reserva?
SEÑORA RESUELTA: Pues… no. ¿Cómo iba yo a…?
PREJUBILADA: Ah, si no tiene reserva, no nos lo puede dejar. Por la crisis, mucha gente nos está donando cadáveres porque saben que nosotros nos hacemos cargo de las gastos de gestión, tratamiento, manicura y posterior incineración. Una pasta, ya sabe… Así que estamos completos. Vuelva usted en una mejor ocasión.
SEÑORA RESUELTA: Pero fíjese qué aspecto tiene: está nuevecito, casi a estrenar. Tiene de todo: manos, pies, todo tipo de apéndices y accesorios…
PREJUBILADA: Sí que tiene buena pinta, sí… Parece hasta que respira y la virgen, pero no cabe excepción posible.
SEÑORA RESUELTA: Mire, viene con garantía europea. ¿Ve qué pinta de alemán tiene? Esos son los buenos…
PREJUBILADA: Disculpe, pero ¿no está moviendo un brazo?
SEÑORA RESUELTA: Eh… no, no… Será la corriente… Mire, ya está otra vez el brazo bajo la mantita…
PREJUBILADA: ¿Y eso no son ronquidos?
SEÑORA RESUELTA: Qué va… Eso… Eso es el ralentí de la silla de ruedas, que es híbrida…
PREJUBILADA: A ver si no va a estar muerto del todo…
SEÑORA RESUELTA: Qué tontería, ejem… Háganle la autopsia y verán cómo si lo está.
PREJUBILADA: Ahora mismo se la hacemos, que creo que usted nos quiere dar gato por liebre. ¡Va lista si cree que nos va a meter aquí un vivo!
SEÑORA RESUELTA: Tenga, tenga. Lléveselo y háganle la autopsia.

Total, que la prejubilada se lleva al supuesto muerto para allá adentro, y vuelve a los quince minutos con las manos vacías.

PREJUBILADA: Disculpe, señora, tenía razón. En cuanto le hemos abierto en canal hemos comprobado que no está vivo, efectivamente. Pero me temo que, aun así, no nos lo podemos quedar porque ya le he dicho que…
SEÑORA RESUELTA: Ah, bueno, no importa, no importa. ¿Pueden devolvérmelo en cachitos, para que sea más manejable?
PREJUBILADA: Preguntaré a ver.
SEÑORA RESUELTA: ¿Y no hay en el hospital una sección de Herencias y Sacacuartos? Creo que tengo un suculento asunto que tratar.
PREJUBILADA: Sí, en este mismo pasillo al fondo, junto a Embalsamamientos y Salazones.
SEÑORA RESUELTA: Muy bien, pues mientras hago los trámites me envían allí los restos, ¿de acuerdo?
PREJUBILADA: Descuide, y gracias por su comprensión.
SEÑORA RESUELTA: Muy amable.

Si finalmente le mandaron o no los cachitos bien empaquetados a la señora es una cosa a la que no me quedé a esperar. Los recortes en la Sanidad Pública funcionan muy bien, así que supongo que sí. Pero me fui rápidamente de allí, que la prejubilada de las gafas caídas venía directamente hacia mí y no me apetecía acabar el día despiezado…

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