martes, 13 de marzo de 2012

COSAS QUE PASARON AYER (XVIII)

Las vivencias surrealistas del amigo Melchor Lasiesta cristalizan en este ejemplo que tan amablemente da a conocer para nuestro disfrute. Cualquier cosa que os haya pasado ayer podéis enviárnosla a anonimosindocumentados@gmail.com, que es la misma dirección a la que se han mandado todos los relatos, y que pueden leerse en http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/.



Ayer por la mañana estaba yo fregando el desayuno con sumo cuidado, que las tazas pueden ser muy traidoras, cuando sonó el teléfono de casa. Eran los del INEM pidiéndome el informe que les preparo todos los meses para sacarme un pequeño sobresueldo. Quedé en devolverles la llamada en media hora, pues tenía que acabar de recoger la cocina.

Terminé de fregar, limpié la encimera y barrí el suelo. La mierdecilla del recogedor la trasvasé a una servilleta de papel. Así, bien envuelta y guardada en un bolsillo, salí por la puerta de casa y subí por las escaleras dos pisos más arriba, a donde el vecino del cuarto. Llamé a la puerta y me abrió el vecino del cuarto, quién si no.

YO: Hola, vecino. ¿No tendrás una fuga en el baño?
VECINO DEL CUARTO: ¿Otra vez con lo de la fuga? Voy a mirar, pero creo que no.
YO: Sí, vete a mirar, vete…

Aprovechando el momento, me colé en la terraza de su cocina y, barandilla abajo, tiré la mierdecilla al vecino del tercero. Regresé a la puerta de entrada justo a tiempo.

VECINO DEL CUARTO: Tengo los grifos bien cerrados, los azulejos bien secos y el suelo sin charcos ni regatos. ¿No acabas de dar con el origen del…?
YO: Es un misterio, chico. Pues nada, disculpa las molestias una vez más.
VECINO DEL CUARTO: Tranquilo; aquí estamos para lo que sea.

Bajé las escaleras y, ya en casa, esperé a que se desarrollaran los acontecimientos.

El vecino del tercero se estaría cagando en la madre que parió al del cuarto. Con la mierdecilla a cuestas, estaría subiendo a donde el vecino del quinto y, valiéndose de cualquier excusa, habría llegado a la terraza de su cocina y estaría tirando la mierdecilla a la terraza del vecino del cuarto.

El vecino del cuarto estaría ya cagándose en la madre, padre y espíritu santo del vecino del quinto. Habiendo recogido y encapsulado convenientemente la mierdecilla de su terraza, habría subido a donde el vecino del sexto y, excusa va, excusa viene, habría llegado a la terraza de su cocina y estaría tirando la mierdecilla a la terraza del vecino del quinto.

El vecino del quinto, en esos momentos, estaría cagándose en todo el árbol genealógico, habido y por haber, del vecino del sexto. Habría recogido la mierdecilla de su terraza y, en tanto que nuestro bloque es de seis pisos, estaría subiendo a la azotea, desde donde arrojaría la mierdecilla a la terraza del vecino del sexto.

Ante tal circunstancia, el vecino del sexto se estaría ya cagando en el vecino del primero, propietario de la parcela de azotea que tenía justamente sobre él. Habría recogido la mierdecilla y debería estar bajando por el ascensor para llamar a la puerta del vecino del segundo, que es justamente mi puert…

“¡Ding, dong!” Salí a abrir.

YO: Buenos días, vecino del sexto. ¿De nuevo viene usted para ver si se ve correctamente el Canal “Historia e Histerias”?
VECINO DEL SEXTO: Pues sí, veo que está usted en todo.
YO: Sí, eso dicen… Espere aquí un segundo, que lo compruebo.

Mientras yo miraba la tele, el vecino del sexto le estaría tirando, desde la terraza de mi cocina, la mierdecilla a la terraza del vecino del primero. Como tenía el culo gordo, le di tiempo suficiente a que volviera a la puerta de entrada sin ser visto.

YO: Se ve la tele de maravilla. Todos los canales.
VECINO DEL SEXTO: Será entonces cosa del enchufe de mi salón, que tiene polilla… Ya siento las molestias.
YO: No tiene importancia. Hasta la vista. Y suba usted andando, que le vendrá bien.

Ya solo en casa, esperé a que el vecino del primero, mierdecilla en mano y cagándose en todo mi ser, subiera a donde el vecino del tercero. Estaría ya colándose, con cualquier excusa, en su cocina -ya oía sus pasos sobre mí- y tirando en la terraza de la mía la mierdecilla que tan bien conocemos. En efecto, ahí tenía de vuelta mi propia mierdecilla, que debía haber recorrido todo el periplo del bloque; de lo contrario, se habría quedado por el camino haciendo escala en alguna terraza.

Cogí el teléfono y llamé.

YO: ¿INEM? Soy el de antes, que ya tengo el informe. Que sí, que sigue todo el mundo en paro.

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