sábado, 10 de diciembre de 2011

COSAS QUE PASARON AYER (VII)

Nuevo e inquietante relato de Melchor Lasiesta. Podéis leer todas las historias en http://www.cosasquepasaronayer.blogspot.com/ y enviar vuestros propios relatos a anonimosindocumentados@gmail.com.



Como vale más pájaro en mano que ciento volando, no quise arriesgarme demorando el cobro y ayer fui a Tráfico a que me pagaran la multa. Si normalmente en todos esos sitios te hacen dar mil vueltas, imaginad si además la cosa va de que te paguen… Después de infinidad de ventanillas, pasillos, escaleras, ascensores, montacargas, ineptos, insultos y juramentos, conseguí que me dieran el preciado cheque. Y ya estaba a punto de salir de allí cuando ocurrió una de esas situaciones que sólo puedo creer que ha sucedido porque yo estaba delante para verlo.

Un individuo de mediana edad o un poco más, digamos que de tres quintos de edad, con un nivel de embriaguez tan evidente como oloroso, se dedicaba a hacer eses en el hall del edificio mientras cantaba algo así como el We Are The Champions en versión tintorro. El escándalo que estaba montando es fácilmente imaginable y no pasó desapercibido para los dos guardias civiles que se encontraban justamente en el lugar: no olvidemos que aquel lugar era la Guardia Civil de Tráfico, dato importante.

-¡Que no, que no voy a soplar! -decía el borracho con sorprendente lucidez-. ¿Acaso ustedes cuatro ven que esté conduciendo?
-Pues tiene razón -respondió uno de ellos.
-Pues sí -respondió el otro.

De este modo, el individuo de fundada embriaguez siguió cantando, empujando a sus conciudadanos, tirándoles el café al suelo a aquellos que café bebían, y todo ello ante la impotente mirada de los guardias civiles y ante la mía propia.

-No podremos hacerle soplar, pero está montando lo que se llama escándalo público. ¡Llamemos a la Policía! -se le ocurrió al más listo de los dos.
-Pues sí -convino el otro.

Un buen rato más tarde, todo aquello ya bastante enciscado, aparecieron dos policías; los guardias civiles les explicaron someramente el asunto, a lo que los policías respondieron que no podían hacer nada, que en un edificio de la Guardia Civil estaban fuera de su jurisdicción, como si fuera la embajada china en los Estados Unidos. Y con las mismas se fueron.

-Toma vacío legal… -se le oyó murmurar entre risas al hombre alcoholizado mientras sus eses se convertían en uves dobles.
-Tengamos paciencia -dijo el guardia civil con más estudios-. Tarde o temprano cometerá un error…
-Pues sí.

Y, efectivamente, lo cometió. Tras pasar repentinamente de Queen a María Jesús y su acordeón, empezó a petardear y gritó a los cuatro vientos:

-¡Soy Fernando Alonso! ¡Brummm! ¡Brummmmmmm!
-¡A por él!
-¡Pues sí!

Allí nos veis al borracho sorteando obstáculos piso arriba, piso abajo con su brummm brummmm; a los guardias civiles persiguiéndole con su nino nino; y a mí detrás de ellos para no perder ni un ápice de información. Total, que después de pasar por delante de infinidad de ventanillas, pasillos, escaleras, ascensores, montacargas, ineptos, insultos y juramentos, el amigo del alcohol -que debía de llevar zapatos con suelas de seco- pasó por encima de un charco de café, derrapó incontroladamente y la fuerza centrífuga hizo el resto del trabajo hasta que atravesó una cristalera y tomó el relevo la fuerza de la gravedad. Vamos, que el borracho se fue edificio abajo. Estábamos en la segunda o tercera planta y cayó a plomo sobre una plaza de aparcamiento inusualmente libre.

Ya en el exterior, los guardias civiles, y yo detrás, nos abrimos paso entre la multitud que empezaba a agolparse alrededor del agolpado.

-¡Mechachis! -exclamó el primero en llegar-. ¡Y ahora dirá que está aparcado y con el motor apagado y tampoco le podremos hacer soplar!
-Pues no.
-Pero ¡mira, mira! ¡Ha caído en la plaza para minusválidos! ¡Vuelve a llamar a la Policía, y que vengan con la grúa!

En ese momento el borracho, que había estado inmóvil y en silencio hasta entonces, levantó un poco el cuello y dijo entrecortadamente:

-Creo… ahhhh… creo que me he quedado tetrapléjico…
-Su puta madre: otra vez que se va a librar de la multa. Si es que los hay con suerte…
-Pues sí.

Ante lo cual, con el cheque en mi bolsillo, me fui para casa a calentar las alubias.

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