domingo, 18 de diciembre de 2011

COSAS QUE PASARON AYER (VIII)

Esto no es un consultorio radiofónico, pero por esta vez haremos una excepción. Nuestra amiga Dulcinea O’Callaghan nos pide consejo sobre un suceso que le ocurrió ayer. Recordad que podéis enviarnos vuestros relatos a anonimosindocumentados@gmail.com, y leer todas las historias en www.cosasquepasaronayer.blogspot.com.



Comienzo este relato de una forma poco corriente, y es que necesito que me echéis una mano acerca de una duda moral. Ayer por la tarde me ocurrió una cosa y no sé si actué bien, si actué mal o simplemente si actué como no podía hacer de otro modo.

El caso es que ayer, después de comer, y ante la nula perspectiva de entretenimiento frente al televisor, me puse a contemplar mi acuario de peces de mil colores: me relaja. No es más que una pequeña pecera, pero a mí me hace ilusión lo del “acuario”. Al acercar la cara, advertí una incipiente raja que nacía desde el borde hacia abajo. Yo, que soy una chica que cree en el poder de la mente y en todas esas cuestiones metafísicas y paranormales, me concentré e intenté reparar la grieta a base de fe. Me cansé al medio minuto: debía de ser un cristal muy fuerte.

Para este tipo de emergencias, reservo 50 euros todos los meses. Cogí el dinero dispuesta a recorrer la ciudad en busca del mejor acuario posible por ese precio. ¡Narices, no hay peceras por 50 euros! Todas la tiendas se habían puesto de acuerdo y no tuve forma de encontrar la pecera que yo quería por menos de 200. Con las manos vacías y el monedero aún lleno, regresaba cabizbaja a casa por el barrio gay pensando en cómo solucionar la cuestión cuando una gitana se cruzó en mi camino y me dijo: “Tú tienes un problema”. Seguí caminando sin hacer caso, y la gitana añadió: “Un problema de tipo económico”.

Me giré violentamente hacia ella y le contesté: “¡Señora, hoy en día el 90% de la gente tiene cara de mala hostia por problemas económicos, así que déjeme en paz!”. La gitana miró hacia arriba, en una especie de trance, y dijo finalmente: “Un problema relacionado con… el arco iris”.

“¡Los peces de colores!”, pensé. “¿Y si a lo mejor la gitana tiene poderes?”. Como adivinando mis pensamientos, la gitana me cogió del brazo y me susurró: “Yo te puedo ayudar”. Me condujo hasta un portal y subimos a un coqueto piso con olor a incienso. “Te leeré las manos y te adelantaré el futuro”, proclamó señalándome una mesa camilla. “Me podría adelantar 200 euros”, pensé yo. Probó con una mano y con otra, pero me dijo que no veía nada concluyente. Ya digo yo que el jabón chimbo se lleva todo…

“Tendré que usar algo más poderoso, pero la tarifa subirá de 10 a 20 euros”. Algo en mi interior me impedía entender que aquello tenía todos los visos de ser una estafa, así que acepté. La gitana sacó de debajo de la mesa camilla una bola de cristal, pronunció unas palabras de compleja memorización y acabó diciéndome: “La bola ha hablado: tu problema se solucionará”. “¿Ya está?, respondí impertérrita. Alargó la mano y dijo: “Son 20 euros”. Saqué del bolsillo el billete de 50, se lo entregué a la gitana y esta se levantó. “Ahora mismo te traigo el cambio”.

Salió de la habitación y me tuvo allí esperando un buen rato. Y otro rato. Y otro rato. Entonces lo vi todo claro como la enoooorme y hueeeeeeca bola de cristal que tenía frente a mis narices. La gitana tenía razón: ¡sí que hay peceras por 50 euros!

¿Hice bien?

No hay comentarios:

Publicar un comentario